¿Por qué y cómo enseñar explícitamente conocimiento de lo impreso?

¿Por qué y cómo enseñar explícitamente conocimiento de lo impreso?

Por PAZ RAMÍREZ

Antes de que un niño pueda leer una palabra, ya puede “leer el mundo”. Reconoce logos, distingue entre letras y dibujos, sabe que un libro se abre de cierta forma y que el texto transmite algo más que trazos. Ese conjunto de saberes, conocido como conocimiento de lo impreso, es clave para iniciar con éxito el aprendizaje formal de la lectura y la escritura. Y su desarrollo, lejos de ser espontáneo, requiere experiencias intencionadas que comienzan en la educación inicial y deben continuar en los primeros años de la enseñanza básica. 

¿Qué es el conocimiento de lo impreso?

Según Solís et al. (2016), el conocimiento de lo impreso es la conciencia que tiene un niño o niña sobre las convenciones gráficas del lenguaje: cómo se organiza, para qué sirve y cómo se usa. Incluye saber que el texto impreso transmite un mensaje, que las palabras están formadas por letras, que los libros tienen un orden, un título, un autor y que se leen de izquierda a derecha.

El estudio de Martínez y Sellés (2022) describe el conocimiento de lo impreso como (print knowledge) “El conocimiento de las formas y funciones del texto escrito incluye habilidades tales como: identificar y reconocer que son las letras y las palabras, distinguir estas de números u otros símbolos o dibujos, conocer las reglas de cómo se organizan los textos por ejemplo, la direccionalidad de izquierda a derecha), ser capaz de identificar las diferentes partes de un texto (por ejemplo, el título), ser capaz de manipular adecuadamente un libro (por ejemplo, orientarlo adecuadamente y pasar las páginas en el sentido correcto) así como saber para qué sirve leer en distintas situaciones”. 

Este conocimiento se organiza en cuatro grandes dimensiones (Espinoza, Veas y Olavarría, 2022):

  1. Conocimiento sobre el significado de lo impreso: Comprender los propósitos que tienen los géneros discursivos y cuál es la función social que tienen las acciones de leer y escribir en nuestra cultura.

  2. Conocimiento sobre los textos y los libros: Conocimiento de las diferentes convenciones al usar textos diversos, como la direccionalidad de la lectura o las partes de un libro.

  3. Conocimiento sobre la palabra escrita: Conciencia sobre la delimitación de la palabra, su función en los textos y su estructura.

  4. Conocimiento sobre la letra: Conciencia sobre la función de las letras y diferenciar sus diversas representaciones (mayúsculas y minúsculas).

En otras palabras: no se trata solo de que el niño “vea letras”, sino de que comprenda profundamente que leer y escribir son formas de actuar en el mundo.

¿Por qué es tan importante?

En su mismo estudio, Martínez y Sellés confirman que este conocimiento es predictor directo del éxito lector. No basta con enseñar a decodificar: los niños que comprenden desde temprano que leer es útil, que las palabras tienen un propósito, que hay reglas para escribir, tienen mayores probabilidades de aprender a leer y escribir con comprensión y sentido.

Más aún: este conocimiento se construye entre los 3 y los 6 años, y sigue una secuencia evolutiva. A los 4 años, muchos niños ya reconocen que los textos informan, entretienen o ayudan a recordar. A los 5, pueden distinguir entre letras, números y palabras. Y a los 6, comprenden qué es una frase. Ignorar esta progresión es una forma de desigualdad.

¿Qué rol cumple la escuela?

La evidencia es clara: sin intervención explícita, este conocimiento no se desarrolla en todos los niños por igual. El entorno familiar es determinante, pero no suficiente ni equitativo. Las creencias lectoras de los adultos, la exposición a libros, la interacción con lo escrito en casa… todo eso influye. Es la escuela la que debe asegurar que todos, sin importar su origen, accedan a estos saberes.

Implica hablar sobre lo que se lee: señalar letras, preguntar por los títulos, usar textos en juegos, reconocer las diferencias entre dibujos y palabras, y manipular los libros como objetos significativos en el aula. Se trata de distinguir, por ejemplo, entre libros que entretienen y aquellos que informan, entre otras muchas situaciones de aprendizaje necesarias.

Por eso, enseñar conocimiento de lo impreso no es una etapa previa ni una actividad de apoyo: está dentro de los puntos críticos de partida para formar lectores activos, críticos y con sentido de propósito. Si queremos que los pequeños lectores encuentren sentido a la lectura, empecemos por enseñarles que lo escrito importa, que tiene reglas, formas y funciones.

Referencias

Espinoza Velarde, T., Veas Ripoll, G., & Olavarría Carquín, P. (2022). Conocer las reglas del camino: el conocimiento de lo impreso como pieza clave para formar lectores y escritores iniciales [Manuscrito inédito].

Martínez Giménez, T., & Sellés Nohales, P. (2022). El desarrollo del conocimiento de los componentes y funciones del lenguaje escrito en estudiantes prelectores. Revista Signos. Estudios de Lingüística, 55(108), 117–135. https://doi.org/10.4067/S0718-09342022000100117

Solís, M. C., Suzuki, E., & Baeza, P. (2016). Enseñar a leer y escribir en educación inicial. Ediciones UC.

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